Presento a nuestra primera invitada blogera, Angélica; Blogera, cooperante, madre y fotógrafa...)
Antes que nada quiero dejar una cosa clara: me considero una “feminista”.
A pesar de que tener niños me ha demostrado sin lugar a dudas que la mayor parte de las diferencias entre hombres y mujeres están escritas en nuestro ADN y en nuestros huesos con tinta indeleble, me esfuerzo en criar a mis niños (os y as) sin imponerles las costumbres y prejuicios de género típicas de nuestra sociedad. Me esfuerzo en dejarles elegir quienes quieren ser, y en darles a todos las mimas oportunidades.
Mi primer bebe fue niña. Una niña físicamente fuerte y muy coordinada. Para que os hagáis una idea empezó a caminar con ocho meses, y a darle patadas al balón con diez. En el parque trepaba y saltaba sin temor alguno, y aunque estas son tradicionalmente características mas de chico que de chica, nos hinchábamos de orgullo cuando en el parque algún padre/madre se nos acercaba a preguntar
“perdona pero… ¿que edad tiene?”
Mientras que las demás niñas se ponían vestidos largos y diademas, ella se negaba. Corría y trepaba cual mono con los pelos en la cara. Una Mowgli total y absoluta. Empezó la guardería y su color favorito fue primero el verde y luego naranja,
“que refrescante, una niña que no le gusta el rosa” nos decía su profesora.
Nosotros encantados. Nos sentíamos que habíamos conseguido saltarnos los estereotipos.
Y entonces ocurrió algo que no nos esperábamos, de un día para otro mi Mowgli se transformó. Ahora quitarle los disfraces de Bella o Blancanieves es toda una odisea, pero si no va disfrazada tiene que llevar falda, y esta tiene que tocar el suelo cuando esta de rodillas, una norma de princesa que debe haber aprendido en otra vida. Prefiere pasar frío a llevar manga larga, porque las princesas nunca llevan manga larga, (nota a los diseñadores y dibujantes de Disney: a ver si empezáis a introducir manga larga, botas y abrigos). Las diademas son “coronas”, cualquier rastro de maquillaje te hace guapa, y si puede se pone zapatos ‘de cristal’ (con tacón).
Y lo peor es que todas las niñas de su clase son iguales, IGUALES. Y las sobrinas de 2 años, iguales, y las vecinas… iguales. Y estamos todos como idiotas intentando conseguir los mismos disfraces y complementos, y luchando las misma batallas.
Todas quieren ser princesas, conocer a un príncipe, aunque primero parezca sapo, y bailar con sus zapatos de tacón. Y supongo que hay que ser consecuentes: si uno quiere dejarles elegir, supone dejarles elegir, aunque eso termine siendo lo mas típico, así que ahora mis batallas se reducen a resaltar que el príncipe es bueno y educado (no guapo y fuerte), e insistir que a las princesas les gusta leer, y siempre se peinan y lavan los dientes antes de ir al colegio.
PD La última colección de KUKIS ha sido creada en honor a los sueños de estos principes y princesas, que todo sea dicho, a veces se portan como dragones.
ANGELICA lleva años trabajando como cooperante y ha trabajado para UNICEF y Naciones Unidas. Es fotógrafa y escribe un blog que ha recibido varios premios y menciones. Os recomiendo su lectura, no defrauda.
3 comentarios:
Que monos los vestiditos!
Encantada wapa !!!
Chulísimas, me encantan, tengo k ponerme un día de estos a probar a ver k sale, ya te contaré...
Angélica, me siento reee identificada con tu historia, tengo una nena de casi 3 años y muere por ser "PRINCESA".
Me encantó tu historia y tus ideas de kukies.
Cariños desde Asunción, Paraguay.
Publicar un comentario